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ENTRADA ECLÉCTICA Y EPICÚREA

PRIMER DÍA DE FERIA POSCOVID

Ecléctico/a es lo relativo al eclecticismo, contrario a lo dogmático; viene del griego eklektikós, literalmente ‘que elige’. Es una combinación de diversos estilos, ideas o posibilidades. Epicúreo/a es lo relativo al epicureísmo, contrario a lo ascético; sostiene como principio de la existencia humana el bienestar del cuerpo y del alma o la búsqueda de los placeres (espiritual y corporal) exentos de todo dolor, con la administración racional de aquellos.

Dos palabras que no son del vocabulario usual de cualquier mortal de hoy, pero que siempre han formado parte parte del acerbo cultural de los españoles, no en vano nacieron en los siglos II y IV por obra y gracia de Antíoco de Ascalón y de Epicuro de Samos, respectivamente.

El rebuscado (le aplicarán muchos/as/es) título viene a cuento por los contenidos de la entrada y del mes. Ambos, plenos de variedad y confeccionados con el único fin de buscar el deleite, el bienestar, el placer, la distracción…; unos en movimiento, los festivaleros, y otros en reposo; que también así se clasifica el placer.

La primera entrega es una orla de la Academia de Medicina de Sevilla (antes de llamarse Facultad) en la que aparece un aspirante a doctor que, lograda su aspiración, recaló en nuestro pueblo y allí realizó durante 58 años una labor más que encomiable que, en varias ocasiones, sobrepasó lo profesional para rozar lo heroico, según crónica de la época (entrada del 25.11.2019. «Santa Catalina y cierra, Higuera») en las que se pedían honores y reconocimientos, peticiones que quedaron enterradas en el fondo más profundo de los cajones (con a-o) de quienes mandaban (con d). Nos estamos refiriendo -huelga decirlo, pero por si las moscas- a D. Francisco de León Sotelo y Ojeda. Las esquelas del matrimonio de León Sotelo y de León Sotelo.

He ahí a los 28 condiscípulos del último curso de Medicina de hace 137 años. Hemos aclarado nombres y lugares de nacimiento ante la imposibilidad de que se vean directamente. El director era el eminente doctor, catedrático de Obstetricia, enfermedades de las mujeres y niños, Sevilla (29.12.1815 – 02.08.1887). Para quien/es quieren saber más, les remito al siguiente, interesante y ameno, artículo: «Antonio Rivera Ramos (1815-1887): una aproximación a la biografía socio-profesional de un miembro de la elite médica sevillana.» del Catedrático de Historia de la Medicina de Sevilla, don Juan L. Carrillo, 2016. El Dr. Rivera fue el que mantuvo la primera consulta médica por teléfono. Este singular acontecimiento lo hemos recogido en nuestras entradas del 24 de enero de 2014 («El teléfono en Higuera») y del 05 de septiembre de 2021 («Volver la vista atrás…»).

Les adjuntamos la portada y la página mas relevante, respecto a la orla, de la memoria del curso que nos ocupa. Las personas que estén interesadas en la totalidad del texto pueden acceder a él en: http://imagenesbibliotecacentral.minhap.gob.es/pdfpublicaciones/Imagenfolleto/fa1241.pdf. El aparecer en la orla no quiere decir que todos acaben a la vez, solo que fueron compañeros de promoción.

El n.º 32, zalameño, estaba de médico rural en Bodonal de la Sierra en donde le dieron un premio en el «tercer concurso anual de premios por actos de protección á la infancia» según la Gaceta de Madrid del 15.12.1911, en su pág. 639.

Del n.º 13, almendralejense, le adjuntamos su biografía sacada de la Revista de Sanidad Militar, n.º 5, Madrid, 15 de mayo de 1927, pp. 143-44 y la portada de una de sus obras.

Tuvo un hijo, D. Luis Peralta Villa, oficial de la Guardia Civil, nacido en Zamboanga (Filipinas) el 21/04/1896. Ingresó en el servicio el 30-8-1913 como alumno de la Academia de Infantería de Toledo y el 06/12/1920 en la Guardia Civil como teniente. Su antigüedad en el empleo de capitán era de 16/04/1929. Durante la Guerra Civil fue el Capitán Jefe de la 3ª Compañía de Villamartín (Cádiz).

D. Joaquín Villalón Angulo era hijo, presumimos, de D. Ramón Villalón González-Caballos (1830-1907), alcalde de Morón, y de D.ª M.ª Dolores Angulo Jiménez-Palomo; de la familia del gran poeta de la «otra generación del 27» y ganadero de reses bravas, D. Fernando Villalón-Daoíz y Halcón, VIII conde de Miraflores de los Ángeles. ¿Quién no ha leído su poema «Diligencia de Carmona»? Ese que dice:

«Echa vino, montañés,
que lo paga Luis de Vargas,
el que a los pobres socorre
y a los ricos avasalla.
«

Otro día, quizá, nos sigamos ocupando de los condicípulos de D. Francisco..

Desde tiempo inmemorial hasta 1908, los curas que no tenían madres o hermanas que se ocuparan de las labores domesticas de su casa mientras ellos pastoreaban las almas de sus feligreses, se agenciaban amas que desempeñaban esas labores. Sobre ellas y sus funciones se han vertido ríos de tinta a lo largo de la historia, tanta tinta que en 1908, el Papa San Pío X, (Giuseppe Melchiorre Sarto; Riese, 1835 – Roma, 1914. Papa de 1903 a 1914. Canonizado por Pío XII en 1954.) puso pies en pared y… hasta aquí hemos llegado y prohibió, mediante un Breve (documento emitido por el Papa, menos solemne que la Bula), que los curas viviesen con mujeres y las amas fuesen expulsadas del domicilio de los sacerdotes. Desconocemos si la orden se aplicó o no (en este país nuestro hay un refrán ancestral: «Hecha la ley, hecha la trampa»); pero lo cierto es que con esta medida se originó otro río caudaloso de tinta en aquellos principios de siglo XX con tanta publicación satírica y en donde el humor, la ironía, la chanza… alcanzaron niveles altamente cáusticos. De este último río hemos sacada algunos ejemplos para ilustrar la noticia, en su tiempo importantísima, de la supresión de las amas de los curas. Toda una conmoción en el clero.

En el célebre y delicioso libro, escrito por varios autores, en 1851, Los españoles pintados por sí mismos, José María Tenorio Herrera (Sevilla, 1787 – Villalba del Alcor, Huelva, 1867) se ocupó del capítulo titulado «El ama del cura», en el que se incluye los siguientes grabado y texto. (Lean, si pueden, este libro; no se arrepentirán. O sí)

Seguimos con una selección nimia de lo que se publicó de las amas, antes y después del Breve pontificio. Un balcón del humor híbrido entre seglar y religioso.

No hemos podido evitar acordarnos, en este año de vuelta a la normalidad poscoviana, del estribillo del famoso poema/canción de García Lorca «Yo me subí a un pino verde» y parafrasear su estribillo: Anda jaleo, jaleo, / ya se acabó el coviroto / y ahora empieza el cachondeo /y ahora empieza el cachondeo. Un día más. Cinco días cinco. Del 13 al 17. De martes a sábado. El domingo, como Dios mandó, para descansar… ¡Los jubilaos! Dirán algunos.

Para las fiestas hace falta parné y este no cae del cielo como el mana; aunque a ciertas persona parece que sí, ¿o no?. A las instituciones, cuando lo necesitan les entran, a veces, las prisas y les pasa lo que a la Junta de extinción de plagas de Badajoz. Hay que entender que la langosta empuja mucho. La gazapera pacense era grande. Noten que los chorizos -¿A cuáles se referirá?- ya pululaban en aquellos primeros años del siglo XX.

Han pasado la fiestas del Loreto en paz armonía y felicidad y qué mejor momento para mostrarle una foto de 1985, aproximadamente, que nos envía D. Feliciano Ruy-Díaz Cobos. Numerada para no perderse. Vayan haciendo memoria y reconociendo a estas higuereñas e higuereños.

Un recuerdo para el eterno don Antonio Machado y que, allá donde esté, perdone la mala paráfrasis.

Hay higuereños que quieren

venir y en venir piensan

a la feria poscoviana,

a ver la tarima nueva.

Higuereñito que vienes

a la feria compra dos

paraguas por si cayese

un diluvio. ¡Vive Dios!

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