HIGUEREÑEANDO De ayer a hoy… a siempre

Por cada sueño realizado se trunca una esperanza. («The roockie», 5/15)

Este mes que se marcha entre calores, ferias y sequías se «ha llevado» a una higuereña, un higuereño. Y otro le hizo un quiebro, más propio de un torero que de un agricultor/ganadero, a las tres hermanas hilanderas y sigue feliz y gozoso en este mundo que le ha tocado vivir.

Contaban los viejos (de la tercera, cuarta y algunos hasta de la quinta edad. No eran mayores como se dice ahora,sino megahipersupermayores, como decían los pijiprogres hace unos años y los menos, en estas calendas) que vivieron en aquellos años primeros del siglo veinte que un buen día llegó a la Plaza un panchurro joven, esbelto, elegante y bien plantado, a bordo de un haiga espectacular conducido por un chófer negro (perdón, pero en aquel entonces nada se sabia de subsahariano u otras palabras que definieran a quienes tenían la piel como el carbón) que hacía gala de tener más dinero que Craso que entonces se sabía quién era. También relataban que no sabían qué llamó más la atención, si el cochero o el coche. La verdad es que fue una bomba. Tanto que perduró.

Ese señor se enamoró de una higuereña (D.ª Concha Rodríguez, 16.12.1895 – 04.09.1977) de buena familia -pleonasmo innecesario puesto que todas las higuereñas lo son- con la que se casó el jueves, 21 de diciembre de 1916. Se trataba, como ya habrán averiguado, de don Valeriano Morales Montaño (Fregenal,14.04.1892- Higuera, 10.02.1973) que, rodando, rodando, se convirtió, y como tal se jubiló, en el Jefe de la Policía Municipal.

Vivió la familia en la calle Santa Catalina núm, 2 en cuyos bajos montaron una confitería de blancas estanterías, el mismo lugar en el que pasados los años estuvo «El palacio de las chucherías» y el Pub Halley de D. Francisco Durán y D.ª Matilde Romo. También en la misma calle, número 6, fundó una cooperativa de consumo; en la casa en cuyos altos vivía la numerosa familia de doña Matilde, «La Chofela» y D. Manuel Colías. Sobre esta familia, ver la entrada «Domingo y accidentes» del 22.10.2018 y sobre la Morales Rodríguez, la del 31.03 2013 y otras.

El matrimonio tuvo cinco hijos y, presumiblemente, una hija primogénita que murió al mes y medio de nacer, de nombre Carmen. Los hijos: José, nacido en Higuera el 12.03.1920 que casó con una señorita del pueblo vecino, llamada Felisa Florido. Valeriano, nacido en Sevilla en 23.05.1923 y fallecido allí el 04.01.1992; matrimonió con D.ª Florencia Ballesteros Franco.

Carlos, contrajo matrimonio con D.ª Carmen Rasero Martín el 31.10.1963. Julio fue esposo, en segundas nupcias, de doña Mercedes Cardoso Navarro desde el 01.03.1986.

y Fernando (Higuera la Real, 28.06.1932 – 20.04.2023) que formó una familia con doña María Falero Martínez desde el 26.11.1967. Su único hijo falleció muy prematuramente. Dejó un nieto para consuelo y gozo de su abuelo. He aquí hijo y nieto en la feria de 2011.

Descanse en paz, el hombre bueno, sencillo, humilde, loretano hasta la médula, al que la vida golpeó con la gran fuerza que solo ella sabe hacerlo, pero sin doblegar su fortaleza, su ánimo y su capacidad de lucha, adaptándose con resignación a los tristes y muchos frentes que se le fueron abriendo a lo largo de su existencia. Descanse en paz, al lado de su amada esposa y de su querido hijo. A su nieto, hija política y demás familiares y amigos, nuestro más sincero pésame.

También se marcho al Paraiso eterno en este mes que no fue de aguas mil, una higuereña del Socorro que se casó el 12.12.1955 con D. Francisco Albarrán Pinto (Higuera, 09.05.1928 – 29.07.2002. Hijo de D. Manuel Albarrán Hidalgo, juez municipal, y de D.ª M.ª Josefa Pinto Moreno. De la calle «La Luz» de toda la vida). Descanse en la paz del Señor, su Patrón, D.ª Irene Calvo Esteban (Higuera, 14.09.1928 – 28.04.2023) y goce de perpetua felicidad al lado de sus seres queridos que la precedieron. A sus familiares, nuestro más sentido pésame.

Debajo, la noticia, aparecida en el HOY, del accidente de nuestro paisano que gracias a Dios pudo contarlo. Su Patrón y la Virgen del Rosario, por intersección de su esposa, le echarían una manita. Enhorabuena. Nos alegramos.

Hablando de campo, vean y gocen de un mapa de los caminos vecinales en nuestra provincia en el año 1928. Septiembre.

Como entra mayo recordemos unos pocos refranes escogidos que nos dan/daban una idea de lo que nos deparará este mes de las flores: «Calor de mayo, valor del año» – «Mayo frío, poco y tardío» – «Cuando mayo va a mediar, debe el invierno acabar» – «Agua de mayo, pan para todo el año» – «Calenturas de mayo, salud para todo el año» – «Por mayo ríos muy llenos preludias los grandes truenos» – «Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo» (Revista contemporánea (Madrid). 15/1/1906, n.º 132, pp. 82-83)

Feliz mes de mayo. A ver si viene más mojado, más benévolo, más clemente que el que nos está mostrando el rabo. Que el 14 y su víspera sean de sol, felicidad, alegría y todo discurra en la mayor paz y tranquilidad en lo urbano y en lo rústico.

San Isidro, estoy cansada,
Yo te dejo mi herramienta.
Tú, que nunca fatigado estuviste
-ni en tormenta-,
tú, que todo lo rezabas
lo labrabas
lo sembrabas
tú, que hablabas
con los santos
con el trigo
con el ave.
Toma, planta mi bolígrafo,
A ver qué coño nos sale.
San Isidro, estoy cansada.

«15 de mayo», Gloria Fuertes.

Les regalamos una copla popular de poco fuste, «La Monona», que se cantaba en el siglo XVIII y XIX. Esta es por S. Isidro.

«Lo más increíble de los milagros es que ocurren.» (Chesterton)

Durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, es decir del XX (20), en Higuera, nuestra Higuera, existían, para la respetuosa juventud de entonces, dos «fronteras» que había que respetar -sobre todo ellas (No existían elles, &c)- si no se quería caer bajo la implacable y paternal ira de papá o, sobre todo, de mamá. Estas eran: «La Corcha» y «La Caseta». ¿Qué no sabe usted dónde estaba «La Caseta»? Es que nació usted después de la peseta. Frente a donde arranca la vieja carretera de la cuesta «Las Madronas». Por allí, mas o menos.

Cuando tu madre te decía, a ti pollita de blancos calcetines, escocesa falda plisada y negras manoletinas, que no se pasaba de » La Corcha» o de «La Caseta, cuando le pedías que te dejara ir a pasear con tus amigas después de comer, eso era ley orgánica. En llegando allí, se yerbeaba (memento don Joaquín) un ratito y p’atrás.

Además de estas dos, existía -existe en cierta medida- otro confín geográfico, más general en cuanto a la población: el puente del lavadero. Tan universal era, tan de Higuera, que se acuñó, desde tiempo inmemorial, un apotegma: «Del puente p’allá ni la matanza», que refleja el cariño entre vecinos; tanto como los «duelos» a pedradas (las isas, si la memoria no falla más que una escopeta de feria) entre los zagales (sin zagalas) de los pueblos colindantes en el «camino viejo» que hoy casi ha perdido su noble y bien ganado adjetivo, en beneficio de afirmado (Como si alguna vez se le hubiese negado). «El aceite de ricino ya no es malo de tomar. Se administra en pildoritas y el efecto es siempre igual. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad… ¡Es una brutalidad! ¿es una bestialidad! (Diálogo entre don Hilarión y don Sebastián en la zarzuela «La Verbena de la Paloma».)

En «La Corcha», propiedad en aquellos años mencionados, de D. Manuel Durán Hernández (casó con doña Elena Carrero Giles y vivieron en la calle «La Fuente), que se dedicada al negocio de la corteza del alcornoque, después de D. Melquiades Carrasco Carrascal, hijo de D. Juan Carrasco Vicente, alcalde al que el actual arrebató el récord de permanencia en la «Casa grande», se puso la primera piedra -hueca por cierto y rellena de recuerdos para que la encuentren los higuereños del futuro remoto y erijan un Centro de Interpretación- de la futura residencia de mayores (¿Lo de mayores cuándo empieza a aplicarse?).

Las pollitas de las que hablábamos antes eran las que jugaban en la Plaza al corro de la patata (1) o al del particular patio de mi casa que cuando llueve se moja como los demás.

Ellas y ellos no tenían televisión, ni ordenadores, ni nada que remotamente se le pareciese, desarrollaban su imaginación en el atlas que a los nenes y nenas de ahora no le suena.

La paternal o maternal ira se manifestaba en todas la facetas de la vida infantil y juvenil. Ejemplo.

Indudablemente, desde antes de que los susodichos nacieran, los papas tenían claro que el ser arbitro de fútbol tenía su aquel. ¡Y solo conocían el BAR!

AL PREGÓN.

Por gentileza de la doña Tomasi Camacho Moro, pregonera, nos ha llegado el texto íntegro del pregón y dos vídeos nuevos con los intermedios musicales que ilustraron su disertación. Dado el tiempo transcurrido, el resumen queda desvirtuado. Lean el texto adjunto y verán que es ameno, atractivo, bien elaborado, pleno de humildad y caridad; en cuatro partes o capítulos bien diferenciados y no por ello carentes de unidad y lugares comunes como su solidaridad, su amor a «Su Vecino» y a sus vecinos y, como consecuencia, a su pueblo. Tanto monta, monta tanto. Enhorabuena y gracias infinitas..

¿Murió?… Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma. (A. Machado)

Cuando más descuidado estás, más absorto en las mundanas distracciones, más derrochador de energías en nimiedades para disfrutar de la vida, más ajeno a la vigilancia a la que las Parcas nos someten, aparecen la desdicha, el infortunio, la enfermedad y la muerte. Esta se ha llevado a un amigo -amigo del alma- que fue zapatero, cazador, pescador, músico, hijo, esposo, padre… pero ante todo, sobre todo, una persona buena, excelente; alma noble, generosa, sincera, cabal, noble, sin dobleces ni trasfondos, sencilla, humilde. Tras tantos años conviviendo podría contar miles de anécdotas, sucesos, vivencias, lances… Todo eso carece de importancia ante la realidad de su ausencia y queda como reservorio íntimo de imborrables recuerdos cimentadores de nuestra amistad. Solo me apetece, esforzándome por apartar de mi mente la profunda tristeza y soledad que me invade, dejar constancia de dos cosas: darle las gracias por todo cuanto me enseñó y me dio en tantos años de amistad y asegurar que por siempre, hasta que nos encontremos en esa otra dimensión en la que te encuentras, te llevaré en mi corazón y en mi mente, «compañero del alma, compañero». Como dijo Miguel Hernández y como él afirmo que «por doler me duele hasta al aliento». ¡Hasta siempre, amigo!. Que allá donde te has ido te reencuentres con todas las personas que te hicieron feliz en este mundo que has abandonado. Descansa en paz en la tierra que tanto recorriste, tanto conociste y tanto amaste y que te acogerá con brazos de madre amantísima.

Un cariñoso recuerdo para María, su compañera de tantos años, otra alma maravillosa, que formaron un binomio de bondad, afabilidad y generosidad; se encontrarán de nuevo en la esfera de la eterna felicidad.

Nuestro más cariñoso, profundo y sentido pésame a su hija, hijo político, nietos, sobrinos y demás familia y deudos.