CIRUGÍA ESTÉTICA AL PENSIL HIGUEREÑO

“Así como la filosofía comienza con la duda, la vida digna de ser llamada humana comienza con la ironía». Søren Kierkegaard. Tesis XV de Sobre el concepto de Ironía.

Esta clase de cirugía se aplicaba antes por necesidad, pero cada vez se realiza más por gusto, por no querer que el cuerpo refleje los inevitables estragos de la edad. Cada vez se la realiza gente más joven. No es el caso de nuestro jardín, que tiene sus añitos, pero que se conservaba razonablemente bien. El caso es que lo han sometido a una operación de «lavado» de cara. Le han aplicado, siguiendo el símil estético, una mascarilla nueva o, dicho de otra forma, una nueva capa de rodadura. Sobre ella, las bicicletas, patines, patinetes y demás artilugios con ruedas vuelan. Lo que no sabemos es si será calorífuga (como decían los viejos: «por casamiento y preñez no preguntes por saber que el tiempo te lo dirá, que no hay cosa más bonita que el saber sin preguntar»); lo que no parece que sea (a las pruebas me remito) es cauchífuga (si se permite el palabro. ¿Por qué no? Después de lo que inventan las sesudas varonas y los sesudos varones de las altas élites) pues el caucho de las cubiertas de las ruedas de las bicicletas está como grabado a fuego. Habrá a quien le guste, a quien no; a quien poco, a quien mucho. Lo cierto y verdad es que el parque de la Fuent’encima tiene nueva «piel». Si les gusta, maravilla de las maravillas; si no les gusta… ajo… y agua…, lo mejor para hacer una buena digestión. Ahí va una galería de imágenes para que conozcan, si no lo han visto aún, el «nuevo» parque.

Pasemos al terreno de la ironía, la ucronía y lo diferencial. Tres puntos de vista de imaginarios vecinos(/as/es) que, desde la más humilde, sincera, sencilla y sana visión, opinan sobre la obra. La mamá, higuereña hasta la médula, se entera por su hijo de lo que han hecho en el parque.

En la fotografía anterior, reparen en la palmera. ¿No se preguntan de qué pobre piel roja será la cabeza que han puesto en tan alta picota y a la que no le falta un peregil? Si hasta conserva, al desgaire, sus emblemáticas plumas. ¿No estará el mítico 7th Cavalry Regiment (+gotas de progrez), el famoso Garryowen, del General Custer, escondido entre los aligustres esperando -parodiando a Bécquer- la mano de nieve que les ordene asomar… o atacar… o festejar…? Vayamos a lo diferencial.

Con su permiso vamos a reconstruir una historia basándonos en datos hipotéticos. Sumerjámonos en un universo alternativo de la realidad, supongamos cómo sería la vida lúdica de una santa persona si hubiera vivido en otra época y conocido ciertos inventos. Eso es, más o menos, una ucronía. Esta palabra la inventó en el siglo XIX el filósofo francés Charles Renouvier (Montpellier; 1.01.1815 – Prades; 1.09.1903) en su obra Uchronie: L’utopie dans l’Histoire ‘Ucronía: la utopía en la Historia’ (Bureau de la critique philosophique, París, 1876). La palabra la acuñó a imitación de utopía, de Sto. Tomás Moro; si esta viene a significar el «no lugar», ucronía sería el «no tiempo».

Y deléitense y sonrían con el encanto, dulzura y delicadeza de los poemas y las ilustraciones de la gran pintora, escritora y poetisa estadounidense.

イゲラ·ラ·レアル

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