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SABAÑONEANDO EN NOCHEBUENA

Esta noche es Nochebuena y hasta la hora de cenar no son malos momentos para recordar aquellos tiempos en los que llegando los días gélidos, el cuerpo, sobre todo los pies, las manos y las orejas, se llenaba de sabañones; el picor era tremendo. Con el frío salían y con el calor rabiaban. Hoy pocos conocen y, sobre todo y afortunadamente, padecen los estragos del picador incansable. En torno a ellos había toda una literatura y una picaresca. Cremas, ungüentos, remedios de todo tipo que prometían lo imposible. 

Les ofrecemos una selección de publicaciones sobre la, entonces, plaga invernal. Antiguamente  – en Plinio, por ejemplo- se llamaban frieras (de frío) y en inglés, desde 1540, sabañón es chilblain. En castellano, aparece en el tercer cuarto del siglo XVI de origen prerromano. En medicina, le llamaban pernio.

Los que querían aprovecharse de las dolencias ajenas no es cosa moderna. Obvio. Desde Adán, Eva y la serpiente. Ya en 1821 una revista médica de Madrid se escandalizaba de que un profesor de la Facultad de Medicina de Monpellier tratase de hacer caja dejando de lado la deontología profesional.

 La prensa recogía diariamente chistes, poesías, anuncios… Vean una selección.

Comprabas un curalotodo y te quedabas con enfermedad y sin dinero.

 

 

 

 

 

Como habrán podido comprobar, los sabañones eran populares y se les sacaba partido. Todos ganaban con ellos menos los sufridores, aquellos que soportaban el comezón -de comer- por el que se decía «come más que un sabañón». 

Se curaba todo. Hasta la adicción al pirriaque. Además, si se quería, de forma alevosa pues el beodo, beotré, beomil (las féminas no son citadas) no se enteraba de que le habían administrado el bebedizo. Como para dejar en pañales a Lucrecia Borgia pero sin delito. Polvos para ir «por el camino derecho de la felicidad» y mollate para ir por el camino izquierdo. 

No culpes a la botella,

muy tranquila en su alacena,

si un barbado o una bella

la vacía estando llena.

 

No le aprietes el gollete,

mira que se va a vengar

y cuando tu sed apriete

ni una gota te va a dar.¹

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Para hacer desaparecer las frieras porque quitan el frío (con un chupito de cazalla, mejor). Pasaron aquellas épocas de carencias, carestías, necesidades, hambrunas, gelidez (porque no había con qué abrigarse)… He aquí otra obra de arte –siguiendo con la repostería-, esta de doña María Esteban Domínguez. Salud para hacer muchas más.

Como estaba previsto después del certamen de villancicos, los coros -menos el del Socorro que es de otro estilo- actuaron en la plaza. Acolasaron, como diría don Manué, el quiosco (¡Nunca quiosco de necesidad, por favor!), y nos dejaron el vídeo que les ofrecemos. (Por cortesía de doña María Esteban Domínguez)

イゲラ·ラ·レアル

¹.- Jean Figuier, 12.2019

Nota: Juan Pérez Zúñiga (Madrid,1860-1938). Prolífico y famosísimo escritor festivo, periodista, abogado, músico, funcionario de Hacienda. Murió el 5 de noviembre de hambre en la calles de Madrid. La siguiente nota manuscrita la dejó escrita dos días antes de morir (ABC, Madrid, 16.11.1950. P. 11). Decía así:

«Pensé morir algún día / partido por un camión /ó por una indigestión /ó por una pulmonía. /Pero venir á quedar / convertido en un fiambre. /por la metralla o el hambre /¡quién lo había de Nunca lo pude pensar!…» 

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